
En los sectores de clase media, que aquí nos ocupan, el proyecto de un amor para toda la vida desde la juventud se tensiona con la importancia que ha adquirido el logro y la autorrealización, en términos individuales, en las esferas educativas y laborales. Las trayectorias eróticas y afectivas en la posmodernidad se tornan, tal como he venido explicando, heterogéneas y zigzagueantes. Los horizontes de sentido pueden ser interpretados desde la lectura de Koselleck como horizontes de expectativa en tanto son un futuro presente, un todavía no. Son proyecciones que se hacen en el presente sobre lo que podría ocurrir en el futuro, ya sea que se lo desee o no Koselleck, El horizonte de expectativa se crea en función de la experiencia, pero no necesariamente se deriva de esta. Por su parte, para el autor, el espacio de la experiencia remite a una vivencia propia o ajena, individual o colectiva, capaz de ser repetida.
Ay, la pareja. Si hay un lugar donde nos sentimos dichosos e infelices a partes iguales, ese suele anatomía el de la pareja, fuente de felicidad y fuente de sufrimientos. Porque si algo tiene la pareja es que es un espejo en el que nos miramos todos los días y que nos devuelve lo mejor y lo peor nuestro. Uno de los grandes déficits que solemos adeudar a la hora de estar en pareja es el de no arrepentirse su apoyo. El otro día me lo comentaba una clienta de coaching quien me decía que sentía que ella tenía que tirar para adelante con todo lo de la apartamento, con su trabajo y con los buenos hijos. Sentía que no podía apoyarse en su pareja y que la responsabilidad de todo caía en ella, lo que en este edad le abrumaba e incluso le llevaba a plantearse salir de esta relación. Trabajar desde lo que nos sucede a nosotras, punto de partida En ese caso, le propuse trabajar con aquello que le estaba sucediendo a ella.
Lo que también es indiscutible es que las mujeres entre 40 y 50 años hoy en día nada tienen que ver con las mujeres de esa misma edad, pero de hace Antes, debido a nuestra acción solitarias como amas de casa, dedicadas a los hijos y a los maridos, con una vida que se limitaba a la casa, a anatomía cuidadoras de los mayores, los colegios, hacer disfraces y quedar para beber ese café con amigas, a muchas las empobrecía cognitivamente. No había el deseo de emprender, de ascender a nivel profesional, de desarrollarte ni empoderarte en el trabajo, no había yoga, pilates, ni gimnasio. No había la idea de quererte, respetarte, tener tu tiempo. Porque una esposa y una madre era una persona entrega a los suyos. Ella era invisible. Por cierto, animo a ver la campaña soyinvisible de malasmadres. Menos algunas privilegiadas, atrevidas, aquellas que apostaban por un sueño y que sus padres las impulsaban para que lo lograran, las mujeres de antes eran señoronas a la edad de
Las condiciones. Laborales persuadirían a alguien. Dejar mi biografía. En Madrid para irme con un acaudalado saudí de 53 abriles al que no conozco.